Ante
la opinión pública y alguna publicada, las fechorías del Gobierno del PP han
colmado el vaso de la inhibición, la comodidad y el aguante. A los clásicos
desmanes hacia los trabajadores manuales se han ido uniendo los que afectan a
profesionales, pequeños empresarios y pensionistas. Por otra parte las
operaciones de encantamiento como la del mito del europeísmo de salón termina
por transformase en un estado de opinión totalmente contrario.
A
los tímidos conflictos laborales y a las huelgas convocadas para cumplir con el
guion pero sin proyecto estratégico alguno, se han ido sumando paulatinamente
dos nuevos actores, o mejor, un actor múltiple y plural y un medio identitario
de reforzamiento, la Red. 15M, campamentos y marchas de la dignidad, las
mareas, las luchas contra los desahucios, las movilizaciones de carácter
alternativo sobre la energía, la salud, la educación , los estafados por los
bancos, los pensionistas y hasta sectores enteros que hasta entonces nunca se
habían movilizado estaban indicando un cambio profundo en la composición del
sujeto revolucionario y en consecuencia en el discurso adecuado para una
respuesta no sólo en la calle sino también en el argumentario, el lenguaje, el
discurso y en el imaginario colectivo. En el seno de lo que llamamos izquierda
se está explicitando esa realidad. Unos hablan de izquierda y otros de mayoría.
No es solamente una cuestión semántica sino de estar o no estar en la realidad.
El que redacta estas líneas es consciente de que derecha e izquierda son dos
conceptos con plena vigencia en el quehacer cotidiano, pero el problema no
estriba solo en el ser sino también en el parecer, en el asumir conscientemente.
La realidad es lo que es pero también lo que se piensa de ella, es decir, la
unión de lo objetivo y de lo subjetivo. La tarea que los partidarios del cambio
profundo tienen ante sí es conseguir lo que aquél personaje de Molière que
hablaba en prosa pero sin saberlo; ser capaces de que medidas de economía
alternativa y de funcionamiento democrático profundo sean aceptadas por la
evidencia de su bondad y no por la etiqueta que las envuelve.
Ese
fue el sentido del Frente Cívico, su oportunidad, su lenguaje y sus propuestas
para lo inmediato. En estos momentos surgen las dudas acerca de si aquél
discurso, aquél proyecto, aquella convocatoria necesitaba dar un paso más en la
oferta electoral inmediata. La expectación con la que fue acogida la creación
del Frente Cívico lo estaba indicando. Los riesgos no eran más que los que
actualmente tiene Podemos, el continuador por vía de la lógica de aquella nueva
visión. Pero el caso es que esta duda lo es a toro pasado, porque entonces
partíamos de la convicción de que no debíamos añadir una sigla política más por
varias y múltiples razones.
Con
la experiencia que da el tiempo transcurrido desde entonces estamos en
condiciones de afirmar:
1. Podemos ha sido en el discurso y en las propuestas
que marcan su aparición y fundación, el continuador de lo que el Frente Cívico
planteó.
2.
Los buenos resultados electorales en las europeas y las más que evidentes
expectativas electorales del presente han hecho de
Podemos y ante el imaginario la encarnación de la Alternativa.
3. Y a lo anterior debemos añadir
algo extremadamente importantes y de unas consecuencias determinantes: al
bipartidismo se le abierto una brecha que va a ser difícil tapar o mantener en
su actual estado. La evidencia de que el famoso “sorpasso” de IU era
posible, añade un plus de valoración crítica sobre aquella época.
4. Pero conforme Podemos ha ido
consolidándose como partido político que además ve como más que probable su
futura responsabilidad en tareas de gobierno o al menos de ser indispensable para
la gobernabilidad, también ha ido concretando, matizando y secuenciando sus
propuestas. Todo ello es normal y lógico pero expresa una ley política que
puede formularse así: Todo movimiento político y social que se transforma en
partido político como consecuencia de un apoyo espectacular tiende a limitar y
reducir la esfera de su irradiación a causa de concretar sus mecanismos
orgánicos y también y fundamentalmente a causa de la necesidad de concretar,
matizar, priorizar y pactar (siquiera temporalmente) con la realidad. No
olvidemos que incluso las revoluciones triunfantes, deben abordar la
gobernabilidad mediante un pacto entre Utopía y la realidad del momento.
5. La anterior reflexión conduce a
que la denominación Podemos tiene dos ámbitos de significación y de mensaje más
diferenciados (aunque por ahora no antagónicos). El primero es el que dimana
de la oferta electoral que plantea y su más que probable éxito en la misma;
pero ello tiene una contrapartida: la prioridad en cuestiones organizativas, electorales
y sus consiguientes problemas de interiorización a los que se suma la bisoñez
de la organización. El segundo no es otro que la existencia aún caliente de
las expectativas levantadas entre sectores de la población totalmente
ineludibles para la tarea del proceso constituyente y la subsiguiente
transformación de la sociedad en el sentido de la aplicación consecuente de
los DDHH en sus tres generaciones. La manifestación de Madrid del pasado 31 de
Enero constituye la visualización más evidente de la concreción multitudinaria
de esa esperanza. Pero muy difícil por no decir casi imposible mantener en
solitario la fuerza exhibida en Madrid cuando los ataques brutales y de toda
índole arrecien y también cuando la gobernabilidad exija unos tiempos no coincidentes
totalmente con la calle. Y ello con el riesgo inherente de los pescadores
fascistas en río revuelto. No nos podemos permitir ningún desencanto.
6. En ese consenso social y en esa
ilusión con la irrupción de Podemos está el embrión del bloque social del
cambio, ese espacio de articulación orgánica que autores como Gramsci, han
considerado como imprescindible factor para el cambio. Se trata de transformar
toda esa ilusión en construcción del poder de la mayoría junto a ATTAC, EQUO,
Izquierda Unida, Mareas Ciudadanas... Un poder múltiple, plural pero enmarcado
en los valores y parámetros que definen la Unidad Popular.
7. Y es ahí donde el Frente Cívico tiene su razón de ser.
Reconozco el protagonismo y la capacidad de Podemos en captar voluntades, concitar
sueños y apoyos frente al bipartidismo y lo que éste representa. No formamos ningún
frente anti-Podemos pero tenemos la voluntad de construir en torno al sueño de
cambio un bloque social capaz de nutrir política y orgánicamente a la mayoría
social. Una mayoría social en cuya cohesión, concienciación y centralidad para
el cambio el Frente Cívico justificaba (y debe seguir justificando) su razón de
ser. Se trata de organizar un mañana que es casi un hoy. Si las organizaciones
y movimientos que tantas veces hemos citado confluyen en la creación de
identidad en torno a un programa, unos valores y unas formas de ejercer el
apoyo y la crítica constructiva alternativa en cada momento, el bloque social
del cambio (que siempre es plural y múltiple) verá en su seno al partido
Podemos. El Frente Cívico, siguiendo sus principios fundacionales debe ejercer
la paciente tarea de conseguirlo. Se trata de crear una identidad genética
pluriforme que se proyecta mucho más allá de lo institucional y pretende articular
un nuevo tejido social y una nueva cultura.
En ese sentido el discurso y la práctica del Frente Cívico
deben estar al margen de la coyuntura electoral y centrarse en el día siguiente
de las elecciones sin abandonar tampoco el día de antes. Por razones varias y
atribuibles a tirios y a troyanos no ha sido posible concretar en España una
Syriza Ibérica. Será una cuestión de tiempo y más cercano de lo que parece. Si
se hacen realidad los pronósticos electorales el problema radicará en el día
siguiente. El Poder intensificará sus presiones de toda índole; y ante ello a
Podemos sólo le quedarán dos alternativas: la claudicación o la actitud
numantina, heroica pero inútil. Por eso la tarea de crear desde ya un
contrapoder no es, en absoluto, una cuestión baladí, es la prioridad de hoy.
Todos los partidos, movimientos y plataformas que tantas veces coinciden en la
movilización deben asumir que la realidad a transformar exige una estrategia y
unas tácticas concordes con la fulgurante aparición de Podemos. No se trata de
ser gregarios o auxiliares sino de saber ubicar su representatividad y
organización en esta tarea. La actualidad pre-electoral está marcando los
discursos y los gestos de los dirigentes políticos; lo nuestro como Frente
Cívico es preparar el día D+1.
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